viernes, 9 de diciembre de 2011

53 Aíd Día 53

            Nóisergsart al         La transgresión
       ?ridergsart es éuQ¿         ¿Qué es transgredir?
    .somibircse etnemlamron        Intento hacer un ejercicio
    euq al ne nóiccerid al         difícil, transgredir la  
     ridergsnart ,lícifid          dirección en la que 
oicicreje nu recah otnetnI         normalmente escribimos.      


Pero es muy difícil, mi cerebro no lo entiende, y el teclado de mi computador no lo acepta y además de la dirección horizontal afecta el orden vertical.  Ninguna transgresión es fácil.  Un amigo amenazó con demandarnos por transgresión, y de verdad me pareció una excelente idea.  Rompimos una regla tácita de las despedidas de solteras y solteros.  Como a las dos de la mañana no teníamos donde ir, nos aparecimos dónde ellos estaban.  Resultó que hubo una transgresión, alguien señaló la anomalía, pero no fue el novio.  Entonces esta palabra se me quedo dando vueltas en la cabeza.
La busqué en el diccionario, para ver como lo define la institución idiomática.  Encontré la siguiente definición: “quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto”.  Pero mejor que esto, es que un verbo. Es decir: Yo transgredo, tu trasngredes… etc.
De esta pequeña anécdota dos conclusiones, todos podemos acometer una transgresión, y como es verbo habrá un sujeto; y la segunda, cuando hay una trasgresión alguien puede resultar ofendido. 
Pensé que un buen ejemplo de transgresión era escribir en sentido contrario, y con las habilidades que me ofrecen mis problemas de lateralidad creía que me sería más fácil, pero no.  Cuando se comete una transgresión la primera lucha es con uno mismo y con el grado en que ha interiorizado las instituciones o normas transgredidas. Así, quien nunca ha respetado las normas ortográficas por ejemplo, no las estaría transgrediendo si no las aplicara.  Tampoco quien las desconoce, pues carecería de sentido.  Por eso dos podrían ser los postulados básicos para calcular la eficacia de la transgresión: 1 que haya lucha consigo mismo, y 2 que como resultado se obtenga un mejor estado de las cosas que el anterior. 
Medellín es una ciudad que se caracteriza por la indisciplina de sus ciudadanos.  Aquí nadie respeta las leyes, ni las normas, de nadie ni de nada. Esta semana, K tratando de cruzar una avenida, estuvo a punto de ser atropellado por un auto en medio de la cebra y frente a un agente de tránsito.  Cuando le reclamó a la agente por no haber hecho que respetaran la cebra, dijo que no podía hacerlo, que no solo ella también había estado a punto de ser atropellada, sino que si ocurría un accidente por detener los autos, ella era llevada a juicio.
La transgresión, es fundamental, es la manera como se subvierte el orden y se cambia el mundo.  Aquí las trasgresiones tendrían que ser al revés. Respetar la norma, hacer la fila, no hacer chanchullo ―palabra aceptada por la RAE―etc. Pero este sería un fin muy triste. El desorden, el caos, y el tropicalismo tiene su gracia, muchas veces la creatividad de la gente es asombrosa tanto para ganarse la vida, para hacer chiste, para sobrevivir a la adversidad, pero también para acabar con el otro.
Sí estoy a favor de la transgresión, de la indisciplina y del desacato. Pero no confundir con la agresión, la violencia y la ofensa.  La transgresión es un arte, lo demás es ruin y muestra la falta de argumentos.        

sábado, 3 de diciembre de 2011

Día veintinueve


Todo cambia
Las creencias en lo cósmico y en lo sobre natural están instaladas en nuestra cultura desde tiempos remotos.  No solo la relación indígena con la naturaleza reporta una herencia rica en cuanto al vínculo sobre natural y un conocimiento profundo de las riquezas naturales, también en tiempos más recientes la presencia de la institución religiosa ha reafirmado el espíritu creyente a través de diferentes manifestaciones.  Además como lo dice el cronista, en Las noticas alarmantes la superstición y la ingenuidad han tomado parte en la vida de los ciudadanos atribuyendo transformaciones de índole individual y social a cambios astronómicos: al paso de cometas o al acercamiento de un planeta.  El miedo nos hace tomar medidas, planear, hacer toda suerte de esfuerzos para evitar o hacer que pasen ciertos acontecimientos. Este año en particular la creencia en boga ha sido la profecía Maya del fin del mundo en el dos mil doce.  No obstante la promoción mediática de la dicha profecía aún no se ha disparado el afán de evitarlo, pues sería absurdo en este momento después del paso por los diversos ismos del siglo XX que ofrecen una postura más crítica, aunque tampoco estamos en momento histórico de extrema racionalidad. No me propongo hacer estadísticas pero es posible observar una revolución en el espíritu de las gentes que reclaman soberanía.  De tipo político, en la llamada primavera árabe, pero sobre todo en brotes dispersos soberanía personal.  He tenido noticias coincidentes, repetida, recurrentes de distintas personas ajenas entre ellas, con contradicciones en las respectivas historias, pero con un punto en común que se repite: cambio, transformación, movimiento.  Cambios de hábito, de pareja, de estado civil, de trabajo, de ciudad, rupturas y encuentros hacen parte de un despertar colectivo que se gesta hace tiempo. En estos días un viejo profesor hablaba sobre el tiempo a los jóvenes de dieciséis años que han pasado más de seis meses viviendo en el liceo, una conferencia sobre la historia y los procesos que duran años y décadas, que van formando un sustrato de capas de memoria que posteriormente serán terreno fecundo para que florezcan nuevas ideas.
Estas historias florecen por doquier, son espontáneas y abundantes, no dudo que las seguiré encontrando. Desearía sobre todo que provinieran de aquellos cuyas posturas más rígidas los exponen a duros quiebres. También desearía preguntarles a todos si están experimentando algún cambio. Si así fuera años más tarde conoceremos una verdadera trasformación en la humanidad.  No es nuevo, ni se debe a la profecía Maya, a mi juicio hay un terreno fecundo nutrido con mucha sangre y mucho dolor.  Alguien ya lo pensó y K me recuerda la canción Todo cambia de Julio Numhauser.